Fuente: El País. Jesús A. Cañas

Sanidad reconoce “demoras en fechas señaladas” y la necesidad de modernizar los procesos, pero asegura que trabaja para agilizar los tiempos

Cualquier analogía que haga referencia a un gran mecanismo coordinado y preciso vale para hacer comprender cómo funciona el puerto de Algeciras, desde un reloj a un motor. Pero, igual que esos artilugios, cualquier fallo en uno de los engranajes que lo componen provoca el colapso. En la infraestructura portuaria más importante de España y el Mediterráneo por volumen de tráfico —en 2022 movió 108,2 millones de toneladas— el error que ha puesto en jaque a todo ese gigante de grúas que nunca duerme está en su Puesto de Control Fronterizo (PCF). Trabajadores, empresas transitarias y la propia Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras denuncian que el punto por el que deben pasar las mercancías sometidas a controles sanitarios llega a sufrir retrasos de hasta seis días, que bloquean frutas y verduras procedentes de Marruecos y Sudamérica, los productos más damnificados por la demora. Sanidad, principal ministerio implicado en su funcionamiento, reconoce los retrasos “puntuales” y asegura que está trabajando para agilizar la espera.

Una delicada combinación de obsolescencia en los procesos de inspección, falta de personal y exceso de burocracia en contraste con un puerto creciente capaz de acoger tanto tráfico rodado desde Marruecos como de contenedores ha obrado el colapso.

“En los últimos años hemos crecido mucho, nos hemos convertido en el cuarto puerto de la Unión Europea en expedientes de mercancías tramitados. La comunidad portuaria hemos hecho muy buen trabajo para ganarnos la confianza de los importadores. Pero la administración no ha estado a la altura de las circunstancias”, denuncia molesto Alberto Mesa, trabajador de una empresa que asiste al PCF algecireño y coordinador comarcal del sindicato Coordinadora. ”El Gobierno nos tiene atenazados”, denuncia Manuel Cózar, presidente de la Asociación de Transitarios, Expedidores Internacionales y Asimilados de la Bahía de Algeciras (Ateia), que agrupa a 53 empresas que dan trabajo a unas 1.500 personas entre empleos directos e indirectos. Ellos son los encargados de las gestiones administrativas y logísticas necesarias para el transporte de mercancías.

Mesa y Cózar son solo eslabones coordinados de un engranaje que tiene su pieza clave en lo que ocurre en el interior del PCF. Por esas naves repletas de decenas de muelles de carga en 2021 pasaron 77.206 partidas inspeccionadas, de ellas 17.615 mercancías eran de origen animal y 59.591 cargas de procedencia no animal.

El total de inspecciones en Algeciras supone el 29,34% del total español, según los datos comparados por los sindicatos. De toda esa ingente tarea se encargan hasta 88 profesionales, tal y como asegura el Ministerio de Sanidad, principal implicado en las tareas del PCF. Pero en todo el control de Sanidad Exterior, Animal, Vegetal y SOIVRE —encargada de la calidad comercial de productos agroalimentarios— que dictamina la normativa europea también participan hasta seis departamentos, coordinados por Hacienda y Administración Pública.

Ese volumen de trabajo que experimenta el PCF de Algeciras poco tiene que ver con el que tenía el puesto, cuando inició su actividad en 1996. Si se comparan los datos de 2021 con los de 2012, primer año de la serie histórica, el volumen de inspecciones creció un 146,6%, al calor del tráfico rodado de frutas, verduras y pescados desde Marruecos o de contenedores de frutas tropicales desde Sudamérica, principales impulsores de la actividad de inspección sanitaria. Pero sindicatos y transitarios advierten de que la tendencia alcista de los últimos 10 años se ha invertido en 2022. “El puesto no ha crecido a la misma velocidad que el puerto”, apunta Mesa.

Cózar estima que la caída es “de entre un 25 o un 30%” y tiene claro el motivo: “La fruta de Sudamérica se queda entre seis o siete días esperando desde que llegan y es sensible en su vida útil. El [producto] seco se queda más días aún, no se estropea, pero si llega tarde pierde competitividad. Los transportistas se quedan días esperando y los exportadores están buscando otros puertos europeos para evitar estos problemas”. Sanidad reconoce “las demoras” sin ambages, pero las circunscribe a “fechas señaladas”, como Navidad o el día de Andalucía, el pasado 28 de febrero. “Desde los Servicios de Sanidad Exterior se han adoptado medidas de choque y se continúa trabajando para mejorar los procedimientos y agilizar los tiempos de inspección”, explican desde el Ministerio.

Pero Mesa no lo tiene tan claro. Asegura que en el colapso confluyen varios factores: “Cuando hay una baja, no se cubre. Hay picos de trabajos en Navidad y festivos que no se tienen en cuenta. Los procedimientos no paran de cambiar. Los medios tecnológicos no están actualizados al día a día, no es ágil. El trabajo del funcionario se pierde en un 90% de burocracia. No tenemos los medios suficientes humanos y materiales para trabajar bien y eso nos enfrenta entre nosotros. Se han dado todas las circunstancias malas que se tienen que dar”. En Sanidad también aseguran ser conscientes de lo obsoleto de parte del proceso. De ahí que hayan invertido cuatro millones de euros en “modernizar” el sistema de información de Sanidad Exterior y con ello mejorar la compleja interconectividad con otros organismos que participan en la inspección. Y prometen futuras incorporaciones de veterinarios: “Desde 2018 hasta el día de hoy, el personal ha pasado de 32 personas a 88″.

Recelosos de si estas promesas se materializarán o servirán para algo, en el puerto de Algeciras celebraron este pasado martes una manifestación de los agentes afectados. “La situación es crítica porque este problema limita nuestras posibilidades de crecimiento. No es cuestión de rebajar la seguridad, la Administración tiene que modernizarse”, denunció el presidente de la Autoridad Portuaria, Gerardo Landaluce. Cózar, visiblemente molesto, confía en que el éxito de la convocatoria sea un punto de inflexión. “La comarca del Campo de Gibraltar está tan machacada que se ha creado una apatía y desidia por los ciudadanos. La concentración ha sido llamativa por la cantidad de gente que ha acudido. La indignación está despertando”, lanza el empresario a modo de advertencia.