Durante los siglos XVI y XVII, el Puerto de Santa Cruz de La Palma fue el tercero más importante del mundo, tras el de Sevilla y el de Amberes, gracias al comercio del azúcar y del vino, que procuró fuertes relaciones humanas y económicas de la isla con el exterior, provocando así la llegada de colonos procedentes de muchos puertos de Europa (Países Bajos, Inglaterra, Italia) atraídos por el floreciente comercio de la agricultura de exportación que significó casi 300 años una importante fuente de ingresos para la isla.
Actualmente sus tráficos alcanzan más de medio millón de toneladas y una de sus preocupaciones se encuentra preservar el medio natural de la Isla que en 2002 es declarada Reserva de la Biosfera.
Entre las acciones de protección del medio ambiente incluidas en el Plan Interior Marítimo (PIM) del puerto de La Palma, se llevó a cabo el 22 de noviembre un simulacro de lucha contra la contaminación marina en el que formaron parte activa las entidades y empresas de la comunidad portuaria.
La operativa a realizar consistió en el despliegue de la barrera anticontaminación del puerto, que alcanza los 150 metros de longitud, consiguiendo así cerrar la dársena del puerto entre el muelle polivalente y el dique del Este. De esta manera se evitó que la supuesta contaminación marítima llegara a extenderse de dicha dársena a aguas exteriores.